jueves, 16 de abril de 2009

anoche























lunes, 27 de diciembre de 2004, 01:47 pm
De: "Verónica"
Para: dolores_lola_1969@yahoo.com.ar

Anoche no me podía dormir, quien sabe cuantas cosas me daban vueltas en la cabeza, la verdad es que iban tan rápido que no llegue a contarlas. Una calesita, un carrusel de pensamientos que se subían y se bajaban de caballitos con colas raídas, pintura descascarada, ojos vacíos.
Nunca estoy sola entre los muñecos y los autitos de aglomerado, un montón de pasajeros se suben a mi calesita, a veces me los cruzo, a veces aunque estemos en lugares opuestos, se que están ahí.
A veces somos miles de Verónicas, la niña, excedida de peso y llorando en el piso, le da vergüenza subirse a un pony, cree que queda ridícula con su cuerpo enorme pendiendo de ese tubo cromado.
Verónica adolecente, hay dos. Una muy contenta, con jeans escritos y agujereados, gritando con todo el aire de los pulmones una canción de marcha, moviéndose convulsivamente entre luces que parpadean.
La otra esta triste, desnuda, despeinada, alrededor es todo negro. También se sienta, como la niña, pero hecha un ovillo. Con el rostro bañado en lágrimas. Mira fijo algo de metal que centellea entre sus manos.
Verónica yupie se pasea superada, vestida divina, peinada, pintada, llena de carpetas, segura de que si, hasta freud, si las palabras son correctas, puede vender detergente.
La que es mama, se sienta al lado de su hijo, se caga de risa, y hace payasadas, sube y baja en el caballito cantando pimpollo tilín tilín, la risa del nene se eleva sobre todos los sonidos de la plaza, es un gorgojeo sublime, que todo lo abarca, que enmudece el mundo para ser protagonista.
Hay alguna Verónica cotidiana, vestida de babuchas y haciendo las compras.
Alguna otra revolcandose con un tipo sin rostro, rozando su cuerpo en la madera astillada y sucia del piso de la calesita.
Una Verónica vencida abrazando un féretro oscuro y lustrado.
Hay una Verónica leyendo, una Verónica cocinando.
Otra acurrucada feliz entre los brazos del hombre que la ama.
Y hay un duende pequeño y oscuro, que a veces se les mete por la oreja, les sale por el ombligo, provoca llantos y carcajadas.
Yo me tiro en el techo circular, lleno de lucecitas titilantes y colores borrosos, miro entre los agujeros de la maquinaria oxidada, miro entre los huecos de los engranajes.
Abajo el poeta sostiene la sortija, ninguna Verónica quiere agarrar la sortija del poeta, no quieren dar una vuelta subidas a su prosa, saben que son vueltas largas y tristes, que parece que nunca terminan.
Si acaso sacas la sortija el cielo se viste de plomo, suena una canción triste, de esas que despiertan las lágrimas y desatan los recuerdos. La calesita se viste de flores marchitas, de papeles amarillentos, manchados de tinta. Los pensamientos caen asonantes, perdidos en alguna de sus rimas, los ruiseñores entran en las jaulas, pero para que si ya el emperador esta muerto. Para sufrir quien sabe. Sufrir sin prisa sin fin. Después de todo así se licua el alma, entre el corazón y las pestañas,se vuelve liquida y se derrama.
Desde mi techo veo, no hace falta sacarle la sortija al poeta, ninguna puede evitar tenerla cada tanto. El la arroja con precisión cuando los labios se entreabren en un beso, en un grito, en una canción;y sentís que cae pesada en el estomago y sentís un mareo y el cerebro empieza a escurrirse.
Pobres Verónicas, pienso, sujetas a los caprichos de un poeta.
¿Pobres Verónicas? Quizás no. Tal vez necesiten ese gusto amargo cada tanto. Quien sabe sin sus vueltas gratis seriamos menos y me sentiría muy sola en el techo de esta calecita.
Ahora el sol brilla fuerte, 23 grados acá arriba, un cielo celeste dibujado. Fran le pinto un arcoiris, siete colores, uno para cada día de mi vida, Mi hijo dibujo doce palomas blancas, para que en cada mes del año, mis palabras viajen adonde quiero seguras en sus picos.
Pedro trajo una escalera y me aseguro con una soga a este techo, para que nunca me caiga, para que no me lleve el viento sin pasaje de vuelta.
Vos dibujaste el sol? Es lindo cuando lo veo, cuando le cuento mis sombras brilla fuerte y desaparecen de a poquito.
Si queda alguna por ahí, mi hermana la tapa con sus óleos, o mi bro, planta una semilla y crece una planta inmensa que la esconde.
Mi abuela lleno de regalos el rincón de la Verónica niña, Teté le consiguió litros de tinta al poeta. Mama abraza a la Verónica desnuda que llora, papa es el sereno, cuando no hay nadie alrededor y cae la noche, el siempre esta despierto.
Hay libros viejos, chucherías nuevas, debería hacer una venta de garaje.
Pero no hoy, no tengo ganas, solamente quiero mandarte esta carta desde mi techo.
Verónica

2 comentarios:

Lola y veronik dijo...

Hoy estoy triste y como siempre estos post anticipan mis estados. Hoy siento tan triste mi destino chubutense, extraño enormemente a mi porteños. Sabes cuando me vine para aca, me quede sola en el techo de la calecita, todos ustedes quedaron alla, Pedro debe haber dejado en Palermo su escalera, Fran ya no pinta arcoiris y hasta gian dejo se pintarlos. Tengo tan solas a mis Veronikas Lola. No se, amiga, cuanto mas voy a resistir tanta soledad.

Lola dijo...

Ay !, amor de mi alma, querida Verónica, por favor no estés tan triste, es sólo en días como hoy ... desde acá te envío toda mi compañía, te aseguro, amore, que haré todos los conjuros para que me sientas cerca, aunque deba transformarme en viento del sur
Me hace doler que puedas no resistir, mi amor, sé que tan hondo cala la soledad, pero se pasa, sabés, después se pasa ...
Escribime Verónica,
TE AMO
Lola