domingo, 20 de julio de 2008

Miedo a la Vaquedad

Fecha: Sat, 24 Apr 2004 13:39:25 -0300 (ART)
De: "Verónica" veronik1373@yahoo.com.ar contactos
Asunto: miedo a la vaquedad
A: “Lola” dolores_lola_1969@yahoo.com.ar

Miedo?
Querés saber si Verónica tiene miedo o si el poeta fugitivo es capaz de sentirlo.
Me decís que en todos conviven ángeles y demonios.
Si, en mi interior también hay duendes, hadas, asesinos y prostitutas.
Pero no se mezclan ni se confunden. Verónica es Verónica, el poeta es la suma de todos los demás, entidades surrealistas y personajes descarnados de la crónica policial.
Verónica respeta sus limites, les da lugar, los deja crecer y vivir, pero cuando y como ella quiere.
Ellos son más irrespetuosos, el poeta esta loco y no respeta tanto a Verónica. Se cuela en algunas sonrisas sin que ella lo note, en algunos gestos trágicos u obscenos, en algunas frases oníricas, se cuela entre las manos y toma lo que quiere, en los labios y dice lo que se le antoja, es el que se hace tatuajes y piercings, se tiñe el pelo de colores diversos o se rapa como un preso.
Verónica sabe que en esos momentos en que la posee el poeta, se vuelve más interesante, mas viva. Sabe que algunas gentes creen que es rara, que es contradictoria, que es confusa. Sabe que es difícil que los demás la conozcan bien...porque hay más de una persona para conocer.
Miedo, vergüenza, responsabilidad tiene Verónica.
Osadía, descaro, irresponsabilidad, tiene el poeta.
Cuando el hijo era muy chiquito, Verónica trabajaba, estudiaba y trataba de vivir como una mamá de dieciocho años recién cumplidos. Dejaba precisas instrucciones de lo que el nene debía comer, lo llevaba al parque, le enseñó a esa edad temprana a escribir sus primeras palabras, a andar en patines, en bici. Iban juntos a un café, charlaban como dos adultos (cuando ninguno de los dos lo era), paseaban por las ferias, almorzaban comida idish sentados en los taburetes de un bar en Yatay.
Franccesco iba a las tertulias de la facu, hacia café literario..
Verónica no dejaba nada por hacer, hacía casi lo mismo que cualquier joven de su edad, sólo que ahora lo hacía con su hijo. Bailaban canciones de The Cure, Bob Marley, Los Doors, que Franccesco sabia al pie de la letra.
Verónica nunca le ocultó al poeta, se hizo su primer tatuaje, se armo las rastas, se fue a pelar para quedar como una mami exconvicta, llevó sus cuentos y sus poesías a los concursos, se sentó a mirar la luna y a explicar las estrellas, se disfrazó y actuó y bailó y cantó, todo de la mano de su hijo. Franccesco es amigo del poeta, Franccesco lo quiere más que Verónica. Él con Franccesco es duende y hada. Es un mundo encantado de Halloweens, Navidades con Papá Noel, días del niño en casitas de chocolate. Leyendas, Mitos, calderos mágicos.
Su lado oscuro vivía también, pero lejos de Franccesco y sobrevive por supuesto y sé que va a sobrevivir a Verónica..
Por las noches el poeta se recostaba desnudo a la luz de un millón de velas, mientras un amigo leía a Edgar Alan Poe.


Yo también te mire Lola, también me llamaste la atención.
Esas cosas se perciben, uno siente las miradas.
Cada palabra tuya abre un cerrojo de la celda del poeta...y él no tiene miedo.
Veronik

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